Noticias. El Teatro-Museo Dalí expone una obra del Museo Thyssen-Bornemisza

Figueres, 29 de enero de 2007

La Fundación cede el óleo Retrato de Pablo Picasso en el siglo XXI para la exposición “El espejo y la máscara. El retrato en el siglo de Picasso”. Han asistido al acto Montse Aguer, directora del Centro de Estudios Dalinianos, y Antoni Pitxot, director del museo y vicepresidente de la Fundación Dalí.
Ficha técnica:
Título original: Gradiva retrouve les ruines antropomorphes (fantasie rétrospective) [Gradiva descubre las ruinas antropomorfas (fantasía retrospectiva)]
c. 1931-32
Óleo sobre tela, 65 x 54 cm.
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Catálogo razonado núm. 281
La Fundación Gala-Salvador Dalí y el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, con motivo del préstamo del óleo Retrato de Pablo Picasso en el siglo XXI (Uno de una serie de retratos de genios: Homero, Dalí, Freud, Cristóbal Colón, Guillermo Tell, etc.), 1947, por parte de la Fundación a la institución madrileña, han llegado a un acuerdo de intercambio de obra.
El Museo Thyssen-Bornemisza coorganiza junto con la Fundación Caja Madrid y el Kimbell Art Museum de Forth Worth (Texas) la exposición “El espejo y la máscara. El retrato en el siglo de Picasso”, que se abre al público en Madrid el próximo 6 de febrero. En esta muestra se exhibirá el Retrato de Pablo Picasso de Salvador Dalí, obra del Teatro-Museo Dalí de Figueres. Gracias a este préstamo, la Fundación Gala-Salvador Dalí expone en la ubicación habitual del Retrato de Pablo Picasso, la Sala de las Pescaderías, del Teatro-Museo, la obra Gradiva descubre las ruinas antropomorfas (fantasía retrospectiva), c. 1931-32.
Historia y descripción de la obra:
Esta pintura se expone por primera vez en junio de 1933 en la Galerie Pierre Colle de París. El título de esta obra hace referencia a la heroína de la novela de Wilhelm Jensen (1837-1911), Gradiva publicada en 1903, que narra la historia de un joven arqueólogo, Norbert Hanold, obsesionado con la figura de una joven que ha visto en un relieve clásico. La joven está envuelta en una túnica a excepción de sus pies, y mantiene una postura elegante en la que uno de sus pies se apoya sobre la punta de los dedos. El arqueólogo sueña que se encuentra en Pompeya en el momento de la erupción del Vesubio y es testigo de la muerte de la joven de la túnica a la que llama Gradiva, la hermosa joven que avanza. Después de su sueño viaja a Pompeya para visitar las ruinas y allí ve una figura misteriosa que cree que es la reencarnación de Gradiva. Tras tres encuentros con la joven, se da cuenta de que su Gradiva enmascara la ilusión del objeto real de su amor, su amiga de infancia Zoë Bertgang. Esta percepción conlleva que Hanold se cure de su obsesión. Esta novela, mítica para los surrealistas, está directamente relacionada con el ensayo analítico que Sigmund Freud escribe cuatro años más tarde titulado, Der Wahn und die Träume in W. Jensens “Gradiva” (El delirio y los sueños en la “Gradiva” de Jensen), en la que pone en relación la novela de Jensen con sus teorías psicoanalíticas.
En Gradiva descubre las ruinas antropomorfas (fantasía retrospectiva), Dalí representa una amplia llanura con rocas y ruinas. En primer término, aparecen dos personajes de pie, enlazados en un abrazo petrificado. En el plano medio y en último término, ruinas entre las cuales aparecen figuras espectrales. Estos personajes recuerdan al que abraza una roca en El gran masturbador. La luz que baña la escena, amarilla en el fondo, va oscureciéndose, sumergiendo en las sombras las figuras principales.
La figura de Gradiva aparece asiduamente en otras pinturas de Dalí de principios de la década de los 30, siendo La muchacha de los rizos de 1926, la anticipación de este personaje. A continuación, en El hombre invisible de 1929-1932, aparece ya una verdadera imagen de Gradiva. Tanto en el óleo como en los dibujos preparatorios para esta obra, las figuras de ondulante cabellera van envueltas en sudarios y su naturaleza espectral queda enfatizada por las alargadas sombras que proyectan sus cuerpos. En otras ocasiones se presenta bajo la apariencia de Andrómeda, otro símbolo del amor heroico. Junto a Andrómeda, Dalí a veces introduce el personaje de Guillermo Tell. A finales de la década de 1930, Dalí utiliza de nuevo a Gradiva y exagera su fantasmal transparencia en España, 1938, un óleo que Dalí realiza en plena Guerra Civil española.
Gradiva, además de ser la protagonista de algunas de las obras de los años 30, es también uno de los personajes de varios de sus escritos. Es en su autobiografía, La Vida Secreta de Salvador Dalí de 1942, donde hallamos la identificación de Gala con Gradiva. De igual manera que en la novela de Jensen, en la que Gradiva/Zoë salva a Hanold de su delirio, Gala/Gradiva salva a Dalí del suyo. Como el pintor nos explica en  su autobiografía: “Gradiva, la novela de W. Jensen, interpretada por Sigmund Freud (Der Wahn und die Träume). Gradiva es la heroína de esta novela y efectúa la curación psicológica del protagonista. “Cuando empecé  a leer esta novela, aún antes de llegar a la interpretación de Freud, exclamé: «Gala, mi esposa, es esencialmente una Gradiva»”.