Desde sus primeras creaciones de la década de 1930, la aportación de Dalí a la escultura se muestra en sintonía con los preceptos que rigen, en cada momento, su creación artística. Destacan, en especial, su contribución al objeto surrealista durante los años treinta y las joyas diseñadas a partir de los años cuarenta, algunas en colaboración con joyeros de renombre internacional, como Fulco di Verdura. También son muy notables sus instalaciones y arquitecturas efímeras, como las realizadas para ocasiones tan especiales como la Feria Internacional de Nueva York de 1939, o como el Teatro-Museo Dalí de Figueres, su gran objeto surrealista, inaugurado en 1974. La obra escultórica de Dalí se caracteriza, especialmente, por su investigación en relación con los materiales, las técnicas y los procesos propios del siglo XX, a partir de los cuales consigue crear unas obras de una gran relevancia y singularidad.
«También hice en esta época una copia de la Venus de Milo en arcilla; de este mi primer esfuerzo escultórico obtuve un placer erótico inequívoco y delicioso».
Salvador Dalí
Este extracto de La vida secreta de Salvador Dalí, obra publicada en 1942, es el testimonio de lo que podría ser la primera probatura escultórica del artista durante su infancia. No obstante, la fecha de su primera creación escultórica es incierta. Aunque hay indicios de que podría haber participado en la decoración de algunos objetos a principios de los años veinte, las primeras obras documentadas de manera clara se sitúan hacia 1930, en un momento que coincide plenamente con su adhesión al surrealismo.
En 1931 publica un artículo en Le Surréalisme au Service de la Révolution que se convierte en un «manifiesto» sobre las nuevas posibilidades del objeto de funcionamiento simbólico, yendo un paso más allá de lo que André Breton había propuesto en relación al objeto. En este escrito, Dalí teoriza sobre seis categorías de objetos surrealistas y presenta su Objeto de funcionamiento simbólico (OE1). En cierto modo, estas creaciones avalan la teoría de la liberación del inconsciente desarrollada en su método paranoico-crítico, que empieza a presentar en su libro La mujer visible, de 1930. Los objetos surrealistas se encuentran entre las principales aportaciones de Dalí al surrealismo y son de las creaciones más notables de su carrera. La técnica que usa en muchas de estas ocasiones es el ensamblaje. En este período, Dalí acompaña su creación tridimensional con la escritura de numerosos ensayos sobre la teoría del objeto, entre los que destacan «El objeto tal y como se revela en el experimento surrealista», de 1932, «Objetos psicoatmosféricos-anamórficos», de 1933, y «¡Honor al objeto!», de 1936.
En paralelo al objeto surrealista, Dalí también realiza esculturas en yeso, especialmente entre 1933 y 1936. Su famosa Venus de Milo con cajones de 1936 (OE24) es uno de los ejemplos más destacados. Por otra parte, durante la segunda mitad de los años treinta, sus instalaciones y arquitecturas efímeras adquieren una especial relevancia. Los escaparates que realiza para los almacenes Bonwit Teller o el pabellón Sueño de Venus, creado expresamente para la Feria Universal de Nueva York de 1939, son el testimonio de la expansión de la creación daliniana en el espacio tridimensional; un nuevo espacio creativo que acabará eclosionando definitivamente en los años setenta en el Teatro-Museo Dalí de Figueres.
Otra de las aportaciones destacadas del artista en la obra tridimensional es la creación de joyas. Su colaboración con Fulco di Verdura en 1940 para la creación de seis piezas, a medio camino entre la joya y la orfebrería, es uno de los ejemplos más relevantes. Más adelante, a mediados de los años cuarenta, inicia un gran proyecto con los joyeros Ertman y Alemany de Nueva York para diseñar y ejecutar una colección de joyas para la fundación Catherwood de Bryn Mawr, Pensilvania. Estas piezas son adquiridas en 1958 por la fundación Owen Cheatham, que, a su vez, las presta a diferentes organizaciones benéficas, educativas y culturales para organizar exposiciones para recaudar fondos. Todas las piezas de esta colección fueron realizadas con materiales nobles y piedras preciosas, y algunas se han convertido en obras icónicas de la creación daliniana, entre otras, los Labios de rubí y El ojo del tiempo, de 1949; El corazón real, de 1953; o El cáliz de la vida,de 1965.
En paralelo, a partir de la década de 1940 y hasta finales de los años sesenta, Dalí realiza esculturas y objetos de tipologías, materiales y técnicas variadas para proyectos concretos. En este contexto, son especialmente relevantes los objetos, esculturas e instalaciones pensados para su casa de Portlligat, que potencia tras su regreso de Estados Unidos, en 1948, con diferentes ampliaciones y reformas.
Durante las décadas de 1960 y 1970, Dalí también autoriza la realización de ediciones de obra escultórica. Por ejemplo, lleva a cabo la edición en bronce de algunas de sus esculturas y objetos surrealistas de los años treinta. Uno de los casos más significativos es el Busto de mujer retrospectivo, una creación de 1933 sobre un busto de cerámica que entre los años 1976 y 1977 es objeto de una edición limitada de bronces. Es muy probable que una de las principales motivaciones de estas ediciones sea garantizar las obras presentadas a las numerosas exposiciones retrospectivas que se celebran durante esos años.
Otro momento clave en la producción escultórica de Dalí se contextualiza dentro de la concepción y creación del Teatro-Museo Dalí de Figueres. Tanto en los interiores como en los exteriores del museo, el artista plantea un gran número de objetos, esculturas e instalaciones que forman parte de la idiosincrasia inconfundible de este espacio. La instalación del Taxi lluvioso y las esculturas arquitectónicas conocidas como los «monstruos grotescos» del patio central, las esculturas de yeso que coronan la cúpula geodésica o las diferentes vitrinas que se encuentran, en particular, en el pasillo del primer piso, son muestra de la riqueza conceptual de su creación escultórica. Igualmente, en este museo también se conservan numerosas esculturas, objetos intervenidos y joyas que permiten reconocer la heterogeneidad de materiales, técnicas y procesos que Dalí emplea en sus creaciones tridimensionales a lo largo de su trayectoria.