Al igual que sucede con su pintura y su obra escultórica, la creación gráfica del artista se documenta desde los inicios hasta el final de su trayectoria. Su notoriedad en este ámbito es evidente en las obras de la colección de la Fundación Gala-Salvador Dalí, muchas de las cuales están expuestas en el Teatro-Museo Dalí de Figueres. Son unas creaciones que reflejan la variedad de los procesos y las técnicas utilizados en la producción de la obra gráfica del artista, fruto de su estrecha colaboración con los impresores y maestros artesanos de la imprenta.
La obra gráfica de Salvador Dalí se distingue por la riqueza de materiales, técnicas, procedimientos y formatos que reúne. Monotipos, calcografías, litografías, serigrafías, pochoirs y reproducciones fotomecánicas son algunos de los procedimientos usados con más frecuencia en su creación. Esto permite al artista la realización de unas obras de tipología muy variada, desde estampas individuales, hasta libros de artista, exlibris y otras ediciones de tiraje limitado. Todo ello muestra el compromiso de Dalí con los avances técnicos de su época y con la reproductibilidad de la imagen.
Sus primeras creaciones documentadas, alrededor del año 1924, incluyen el aguafuerte Cabeza de chica o el grabado punta seca Retrato de mi padre, piezas intimistas y realizadas en un entorno familiar. Aunque su producción se inicia en este momento, no es hasta principios de los años treinta que su aportación al ámbito de las artes gráficas se hace evidente, coincidiendo con la incorporación de Dalí al surrealismo, hacia 1929, y con su traslado a París, el centro de las artes.
La obra gráfica de los años treinta incluye creaciones de gran relevancia en las que Dalí utiliza técnicas calcográficas, principalmente para diferentes libros de tirada limitada. Comienza con un primer frontispicio para el Segundo manifiesto de surrealismo, de André Breton, y continúa con La Inmaculada Concepción, de André Breton y Paul Éluard, y Artine,del poeta francés René Char. En esta etapa también es notable el libro de artista La mujer visible (La femme visible), concebido enteramente por Dalí. Todas estas estampas, realizadas en 1930, destacan por su espíritu atrevido. A raíz de estas primeras obras, el gran editor suizo Albert Skira encarga a Dalí las treinta y cuatro ilustraciones de su edición de los Cantos de Maldoror,de Isidore Ducasse, el Conde de Lautréamont, que se publicó en 1934. Esta obra fue un faro para el grupo surrealista, que reconoció en el joven autor uruguayo un espíritu afín. Hoy, esas estampas de Dalí de los años treinta son consideradas entre las obras más importantes de la época surrealista.
Durante buena parte de los años cuarenta, cuando Dalí y Gala se instalan en Estados Unidos huyendo de la Segunda Guerra Mundial, el artista no realiza ediciones de obra gráfica. Desarrolla, en cambio, su faceta de ilustrador de algunos de los grandes clásicos de la literatura universal publicados por editoriales americanas. En general, se trata de ediciones populares destinadas al gran público, como The life and achivements of the renowned don Quixote de la Mancha, L’autobiografia de Benvenuto Cellini,de 1946, o los Essais de Michel de Montaigne, de 1947. No es hasta el año 1947 que el artista recibe el encargo del Print Club of Cleveland por la realización de la estampa de San Jorge y el dragón. En este mismo período también hay que señalar Leda atómica, un grabado monocromático que presenta la misma composición, pero en sentido inverso, que las dos pinturas homónimas creadas hacia 1947.
A su regreso a Europa, y tras establecer su residencia y su principal taller en Portlligat, a principios de los años cincuenta Dalí lleva a cabo las ilustraciones para la Divina comedia de Dante Alighieri a petición del Gobierno italiano, unas ilustraciones que serán finalmente reproducidas por el editor francés Josep Forêt en 1959. Con el mismo editor, en 1957 realiza una primera edición en litografía de Pages choisies de don Quijote de la Manche, una serie original y colorida marcada por la expresividad y la acción del trazo. Dos años más tarde, Dalí recibe el encargo para ilustrar el folleto y las postales para el Tour de Francia, que serán reproducidas en heliograbado.
Durante la década de 1960, su producción aumenta gracias a proyectos realizados en diferentes medios y técnicas, principalmente en París y Nueva York. La gran diversidad de temas responde directamente a la pluralidad de los encargos. Entre ellos, destaca la ilustración de muchas obras literarias de gran eco: la famosa novela gótica Le chateau de Otrante, escrita por Horace Walpole en 1764, que se reedita doscientos años después con una decena de grabados suyos; los Poémes secrets que Guillaume Apollinaire escribió durante la Primera Guerra Mundial a su prometida Madeleine, y que Dalí ilustra en 1967 con un total de dieciocho estampas al aguafuerte y punta seca; la edición publicada en Nueva York en 1969 de Alice’s adventures in Wonderland, con doce reproducciones a todo color y un grabado al aguafuerte en la portada; y el centenar de ilustraciones que realizó por la Biblia Sacra en 1969, una edición de lujo de la Biblia con texto en latín.
A partir de 1970, y hasta principios de los años ochenta, las series de obra gráfica experimentan otro incremento muy significativo. Dalí se dedica tanto a los encargos de libros como a estampas sueltas de una enorme variedad, una producción que se lleva a cabo entre Francia, España y Estados Unidos. Sin embargo, es en la ilustración de los libros de artista de la última época, afines al mundo antiguo, la literatura antigua, el esoterismo y la alquimia, donde Dalí demuestra de manera excepcional su compromiso con esta disciplina. En ese momento se evidencia su complicidad con los maestros artesanos, un gremio muy amplio de profesionales del mundo de la imprenta y del libro, con el que había mantenido un vínculo estrecho desde sus inicios como artista.
Las tres grandes obras de los años setenta tienen el formato de libro-objeto y están expuestas, con gran protagonismo, en el Teatro-Museo Dalí. Diez recetas para la inmortalidad es un texto escrito por Dalí que contiene sus reflexiones en torno a la vida y la muerte, publicado en 1973 conjuntamente con once estampas realizadas con diferentes técnicas calcográficas. En Moisés y el monoteísmo, de 1974, el artista dialoga con Sigmund Freud, el gran psicoanalista austriaco, a través del texto sobre los orígenes del monoteísmo que Freud escribió justo antes de su muerte, en 1939. El último libro-objeto de su producción, Alchimie des philosophes, es una lujosa edición de bibliófilo que incluye textos alquímicos antiguos de los siglos III al XVII, que provienen de varias bibliotecas de gran renombre y muestran una visión universal del conocimiento y el misticismo de diversas culturas del mundo. Incluye desde textos taoístas de la dinastía Minghasta algunos de los más representativos de la alquimia medieval occidental reproducidos en facsímil e ilustrados por Dalí con estampas de técnica mixta a todo color sobre pergamino. La caja del libro está decorada con «ruedas llullianas», que hacen referencia al Ars Magna, una máquina creada como mecanismo «lógico-matemático» por el filósofo medieval Ramon Llull.
La obra gráfica refleja la amplia visión de las artes que Dalí mantuvo durante más de cincuenta años de trabajo ininterrumpido. Es cierto que sus estampas muestran una gran heterogeneidad, debido, en parte, a su compromiso con una infinidad de proyectos múltiples y simultáneos en diferentes países. No obstante, queda patente que los encargos que fascinaron al artista se convierten en obras que fascinan también a su público. Su aportación, ya sea en formato de estampa suelta, de series de estampas, de libro de artista o de libro-objeto, enriquece el mundo de la obra gráfica y enriquece nuestra apreciación de Salvador Dalí.